Literatura latinoamericana, ensayos literarios, relatos, literatura hispanoamericana
…en un diálogo literario con aquello de: "Dios te guarde de mal libro, de Alguaziles y de muger rubia, pedigüeña y cariredonda." No puedo afirmar que este sea el caso de la obra a la que me estoy refiriendo, pero si, por la cantidad de pensamientos encontrados e inferencias contradictorias a las que me llevó, puedo afirmar Eco para que El relato de viaje: de Sarmiento a Umberto a mí resultó ser un Honest Yago, un maestro de la insidia. Y esto nos puede pasar con cualquier texto si nos agarra desprevenidos.
Así, y basado en mis vivencias, escojo al azar tres maneras arbitrarias y pienso que los libros pueden ser vistos cual obras de ingeniería genética –así equilibradas, complejas y mutantes–, que cambian con cada lector que las transita: para algunos serán armas, otros leerán los poemas épicos de la antigüedad como si fueran cartas de marear o portulanos3 y por último, habrá quien encuentre en las novelas de caballería una crónica detallada de la realidad. La vida cotidiana sería una falacia permanente, caótica e insoportable, si la realidad que cada lector encuentra en su viaje por un libro no le diese coherencia. Y si cada vez se pueden transitar y recorrer, deteniéndose en los más mínimos detalles, me parece más adecuado compararlos con una catedral gótica, donde la aparente desmañada proliferación de arbotantes en su parte exterior permite a la nave central –la interpretación del texto que realiza uno mismo en cada relectura– levantarse como sostenido por sutiles paredes de vitrales. También podría educir que, al igual que las catedrales góticas, los libros deben ser disfruta dos desde el interior hacia exterior, pero ese no fue mi recorrido con el responsable que me llevó a escribir éstas líneas, por eso mejor abandono este razonamiento. De cualquier manera ya un famoso escritor del siglo antepasado se encargó de teorizar de la relación de la arquitectura con la palabra escrita en una novela insuperable y seguir en esta reflexión es incurrir en la glosa.
Por lo tanto, nadie podrá acusarme de frívolo por no haber leído todavía al culpable de este relato –solamente he reflexionado sobre su título y su tapa–, los libros son parecidos a las personas –ya lo dije– y deben hacerse cargo de lo que dicen e insinúan. Y si alguien elige para la tapa del suyo a la ilustración que a un potencial lector le ha volado la cabeza años atrás –y para colmo en una imagen especular–, deberá atenerse a las consecuencias y esperar para ser leído. (página 22,23 Variaciones Turner, Danilo Albero)
3 Franklin Delano Roosevelt, en su "Mensaje a los libreros de América" de 1942, y Enrique Schlieman, descubridor de Troya y Micenas a partir de la lectura de La Iliada y Odisea.