Todo en ella delata la impostura. Natural, en su medio ambiguo entre el aire y la acrobacia en suspensión; ostenta la dominación glandular cuando exhibe el envés rosado entre las piernas y yo, arrojado como insecto con el puñal erecto atrapado desde el glande hasta la convulsión.
Todo en mí se vuelve interminable en la nostalgia de ese cuerpo que con sigilo me acomoda en la trampa.