Relatos, literatura, literatura latinoamericana, Ana Abreg??, escritora argentina, metaliteratura, revista de literatura.
El tic respira en la sien, se hizo evidente en el molde de la cara; la señal es como una ciudad que se traga los hechos y va reformando la silueta que empuja el espejo, donde el tic se come la mirada como un agujero negro.
El tic inhala y se abre a luces y sombras; recordé un cuento de Navidad, donde un niño, entre 10 y 12, interpretando que un niño de edad imprecisa es un niño al que nadie le ha informado su edad, ayudaba a su madre a cuidar a los hermanos durante todo el año; 7, 8 11 hermanos, del niño al que nadie le importa la edad, que ni él mismo la sabe, tampoco conoce el alcance del número de hermanos.
El tic exhala, y el niño escribe una carta que dice: queridos reyes magos, este año me he portado muy bien, ayudé a mi madre a pedir dinero y he comido poco para que alcance para todos; envía su carta al correo y se sabe lo que el niño ha escrito porque la están leyendo, en voz alta, los que la abrieron empujados por la curiosidad ante tantas y tantas cartas del mismo niño, amarillas de años que quedaron en el mismo casillero sin nombre, con destinatario Reyes Magos.
El tic aspira, y la voz del niño, se hace presente; este año, como los anteriores, leen, te pido unos patines, como todos los años; y cada año se ha quedado con algunos expiaciones, no quejarse, no comer, aguantar, callar.
El niño de la carta, y de todas las cartas, desde hace 4 años, pide lo mismo, y en cada una parece tener entre 10 y 12 años, o es cada vez menor, en orden creciente de años o mayor, en orden decreciente, medidos por la cantidad indefinida de hermanos, que a veces crece y a veces decrece; se van, se pierden, se enferman, desaparecen, llegan nuevos.
Todos se miran, la declaración del niño se ha tragado las palabras, como antes la ciudad los hechos.
Uno expone un vaso y todos y cada uno, colocan algún dinero; algo triste parpadea junto al reloj que con el silencio entre miradas marca un latido, cada segundo, como el tic, inspira.
Se cuenta el dinero reunido, y saben que alcanza, pagan un sobre, un timbre de correo y una nota al niño que dice: Niño, los Reyes Magos son los padres.