Relatos, literatura, literatura latinoamericana, Ana Abregú, escritora argentina, metaliteratura, revista de literatura.
Aparición violenta de la realidad en un cuento, en la figura del semáforo, tal vez, en rojo.
La historia tiene al menos un final, aunque se sospecha varios; según que me haya quedado de un lado de la calle, o del otro. La escena, se dio por la mañana, justo por la senda peatonal de barrotes blancos, una mujer, una niña, un perro, vacilan entre la historia y la realidad, según que estén en el medio de la calle, y el semáforo ya estaba en rojo, o según los testigos, que pujando por pasar de la realidad a la ficción, contarían su propia versión.
La imprudencia no se decidía por encarnarse entre la señora, la niña, el perro o el poco brillo del ojo rojo que hacía vacilar el tráfico.
Está o no está en rojo, se dirá en el cuento.
Habrá gente que dirá que debió estar en rojo, porque les interesaría si en el cuento pasase algo, y si ha irrumpido un semáforo en el cuento, lo que sea que pase, será cruento.
Me recuerda a una historia que contaba un escritor famoso sobre un accidente que había sucedido en una esquina de Buenos Aires, no sé en qué fecha y que los lectores solían reclamar precisiones ya que habían buscado la noticia sin éxito. Imaginé un cambio en el destino literario del autor si se hubiera preocupado porque el accidente ocurriera luego de la publicación del texto.
Decía, la mujer, la niña y el perro, el semáforo en rojo y testigos varios, por la casualidad del momento, entraron en la ficción, desinteresados, aunque no se conoce el destino de estos personajes, de lo único que estoy segura es que en mi cuento, no fue más que una realidad difusa, casi por pura maldad, por propio gusto de la ficción andar inventando historias tomando personas y convirtiéndolas en personajes.
En la realidad, yo venía a pié, podría haber sido la mujer, pero no lo era, la niña pasaba con el perro, el semáforo nos daba a favor de cruzar, y nada más que en menos de un segundo, nos perdimos entre otros, testigos, personajes.