Estamos ante una disyuntiva como pocas veces, hay dos posiciones políticas claramente demarcadas, el neoliberalismo o la democracia, dejando de lado las opiniones sobre las formas, la discusión política se ha desviado hacia un paradigma de personalidades.
Por una parte, Macri miente, se hace del discurso y logros del gobierno actual, pero lo que se juzga es una sonrisa, la calma, la confianza para la que se entrenó como buen negociante, actos inmorales, como la inauguración de la estatua de Perón, oportunista hasta límites que rayan con la seriedad, sin escrúpulos, no afectan para nada la imagen, ahora sin bigotes y amado por las cámaras de los obsecuentes canales de tv.
Luego está Scioli, con un efecto opuesto, se ha despersonalizado llevando sus intenciones a asociarlas con la prepotencia que le asignan a la actual presidenta, no se cuestiona la gestión, sino el método.
Mientras que en Macri se realza su personalidad a Scioli lo despojan de ella, en ningún caso la discusión apunta a lo importante: los modelos de uno y otro son claramente excluyentes.
Los candidatos satélites, se suman al proceso, montándose en verbos “cambiar”, asignándolo al modelo, pero jugando con la idea que tienen los votantes, convenientemente manipulados por los medios, la continuidad es la personalidad de la prepotencia, la sordera, el atropello, dejando invisible los verdaderos métodos del candidato, Scioli es esencialmente un político que busca el consenso, pero no como la oposición trasmite, sino en término que la gente exige, escucha, medita, responde a necesidades, no es prepotente tiene otro estilo de conducción.
Sin embargo, asistimos a uno de esos mágicos pases de los especialistas en sugestión, la historia de vida política de Scioli se ha borrado de un plumazo con la ayuda de los medios televisivos y prensa.
Scioli, moderado, sensato, no se sube a la histeria de los condicionamientos y continúa con lo mismo que ha demostrado durante su gestión, se concentra en lo importante, intenta llegar a un objetivo, no expone en diálogo su personalidad, simplemente quiere trasmitir el punto principal: tiene la experiencia y está preparado.
Eso es lo que ataca Macri y Massa y los satélites, desviar de ese punto la atención de los votantes y martillan con todo el aparato publicitario posible que la “continuidad” es prepotencia, sordera, etc.; dejando de lado un proyecto, un modelo, una historia de recuperación social y económica.
Macri cuenta con el apoyo de decenas de medios que repiten hasta el cansancio esas frases que a la luz de la historia figurará en el manual de las zonceras argentinas, mientras el neoliberalismo, con los mismos métodos de siempre se prepara para meterse el país en el enorme bolsillo de sus cuentas bancarias.
La izquierda, de la mano de su necedad, no aporta, no participa, no cede, tomándose otra vez, asuntos de personalidad como de ética. Confunden personalidad necia con seriedad intelectual.
La UCR, en el medio, aún hay quien percibe la situación en su medidas, una operación en la que la construcción de la personalidad de conducción de Scioli se pone en la misma balanza que los ausentes logros de Macri como dirigente y gana este último.
Es una locura que habla mucho sobre la clase de pueblo que somos, tendremos el dirigente que nos merecemos, porque así de fácil nos manipulan.
Y eso que nos tenemos como uno de los pueblos más cultos del mundo.