Hay historias antiguas, o no tanto, que no se comprenden -o se comprenden a medias- porque ha desaparecido el objeto, trabajo, idea o palabra en ellas mencionadas, por lo tanto, tenemos un vacío narrativo que debemos volver a llenar. Pienso en las galeras en la batalla de Lepanto con sus “cómitres” y “chusmas”, o en “misericordia”, cuando refiere al puñal usado en la Edad Media para rematar a un enemigo herido, de donde deriva “golpe de misericordia” -en inglés tiene el mismo sentido: misericord-, y no a la virtud. Por no hablar de expresiones como "pasar por las horcas caudinas" o “por cada hijo una muela”.
Y ya que discurro sobre palabras puedo concluir en que una de ellas puede valer por mil imágenes. Porque si alguien lee en un relato que en un cuarto hay un “sillón", tiene en claro de qué trata. El problema se le pone difícil al que quiera representar ese texto con imágenes: un mendigo imaginará un sillón desvencijado que rescató de la basura, algún lector de Al revés de Husymans en un Chesterfield de cuero negro, una azafata en una butaca reclinable. Derivas a mi relación obsesiva con las palabras, sus orígenes y desplazamientos de significados.
Así, esta nota comenzó hace un par de días, cuando buscaba etimologías en la Internet y di con un revelador trabajo de 2019, escrito por dos académicas de universidades de Italia, sobre un término en inglés por el que tengo un especial cariño y que no tiene traducción al español: retronym, y al cual ellas proponen una adecuada en nuestro idioma y basada en la misma etimología: retrónimo.
Mi relación con este término viene de distantes lecturas semanales de una columna dominical en “The New York Times”: On Language, de William Safire (1929-2009), periodista que publicó durante treinta años artículos sobre lenguaje en ese diario. Fiel devoto de su columna, la leí durante seis años hasta la muerte de su autor. Vuelvo al trabajo que descubrí en la Internet.
Retrónimo ya ostentó una etimología complicada, neologismo acuñado del latín retro (hacia atrás) y el griego ónoma (nombre) y fue utilizada por primera vez en 1980 por el periodista de radio norteamericano Frank Mankiewicz, asesor político y presidente de la National Public Radio -servicio de radiodifusión pública estadounidense que produce y transmite programas noticiosos y culturales, que son retransmitidos en una red nacional de más de un millar de estaciones en todo el país-, quien la repetía en sus programas hasta que, el 7 de enero de 2007, William Safire le dedicó su columna de On Language -allí me enteré de su existencia y significado-, de donde lo consagró de inmediato. Tenemos así que el uso y la primera aproximación semántica al concepto de retronimia surge del ámbito de eruditos periodistas y comunicadores de alto vuelo -gallináceos, lingüistes, lingüist@s y lingüistx cultores y difusores del lenguaje inclusivo no tienen ingreso a este club.
Básicamente un retrónimo surge de la necesidad de adjetivar a un objeto, concepto o fenómeno ya existente con uno nuevo y de distinta tecnología que cumple la misma función. Pero esta definición acerca peligrosamente a retrónimo con el llamado “lenguaje políticamente correcto” o eufemístico, neologismo usado para suavizar el uso de términos cargados de connotaciones negativas. Son, entre otros, los casos de: energía o central nuclear que se considera preferible a energía o central atómica, ya que la palabra “atómica” nos recuerda a las bombas; o ingeniería genética en sustitución de la agresiva “manipulación genética”; o síndrome de Down en vez de “mogolismo”, término cargado de connotaciones peyorativas para identificar a quienes lo padecen con la etnia asiática. No obstante, las centrales y la energía siguen siendo atómicas, los alimentos transgénicos han sido manipulados genéticamente y quienes tienen síndrome de Down seguirán con rasgos mogoloides; el futuro dirá...
Volviendo a retronym y su origen, hace poco más de setenta años se empezó a dar una acumulación de cambios tecnológicos que modificaron, o ampliaron, la efectividad de instrumentos y maquinarias; aparecieron guitarras eléctricas, cámaras digitales, CD musicales y el correo electrónico (o e-mail). Con el tiempo estas modificaciones se hicieron cotidianas y prescindieron del adjetivo: las guitarras eléctricas, pasaron a ser “guitarras”, las cámaras digitales, “cámaras”, y el correo electrónico “correo” (o mail) y los antiguos discos “vinilos”. Ahora surgió la necesidad de distinguir un término viejo, que pasó a ser un arcaísmo, del neologismo que ocupó su lugar, lo cual demandó el desplazamiento del adjetivo para definirlo; así ahora tenemos “guitarras acústicas”, “cámaras analógicas o con película” y “correo postal” o en inglés “snail mail” (correo caracol, no importa que sea aéreo y expreso). A esta modificación -o necesidad- de adjetivar una palabra antigua en tiempos modernos se bautizó en inglés retronym y, en español, retrónimo.
La historia no concluye, porque un retrónimo demanda, existencia de un protónimo -guitarra o teléfono-, pero el protónimo resiste la llegada de un neónimo -o neologismo- inductor, por ejemplo: “teléfono” y aparición de su retrónimo “teléfono fijo”. Y esta resistencia aflora en otro paso, con el nuevo uso del protónimo como abarcador, por ejemplo: “lo llamé por teléfono”, no importa si es si es de línea o celular. Surge ahora otro término abarcador -o “inclusivo”- para definir al protónimo: el hiperónimo, para la RAE: “Palabra cuyo significado está incluido en el de otras. Pájaro es hiperónimo de jilguero y de gorrión”.
La historia sigue, porque a veces el uso cotidiano de retrónimos equivale a incurrir en innecesarios pleonasmos, para la RAE: “Empleo en la oración de uno o más vocablos innecesarios para que tenga sentido completo, pero con los cuales se añade expresividad a lo dicho”. Ya tenemos varios pleonasmos de uso cotidiano: “leche entera”, “clase presencial” y “diario impreso”.
Retronym, término que marcó estas derivas semánticas y su uso, fue incorporado al American Heritage Dictionary en 2000; retrónimo todavía no lo ha sido por la Real Academia de la Lengua ni por ningún otro diccionario en español. Sería necesario.
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