Don Casmurro
Danilo Albero Vergara escritor argentino
Literatura latinoamericana, relatos, ensayos literarios

 Laurence Sterne, autor de Tristram Shandy, es apasionado lector de Luciano de Samosata -cuya visión crítica y fina ironía sazonan la novela-, aunque no lo mencione. Terminé de revisar la galera de mi traducción anotada -igual que la edición de Tristram Shandy- de Don Casmurro de Machado de Assis; en esta novela, Machado de Assis menciona a Luciano de Samosata, aunque no a Sterne, es sabido que nunca ocultó su admiración por éste; de hecho, el parentesco de Bras Cubas -el protagonista de Memorias póstumas de Bras Cubas- y Tristram hacen innecesario un análisis de ADN.

Para quienes hayan leído a Machado de Assis o Laurence Sterne -o a ninguno de los dos o a los dos- los dejo con el prólogo y el primer capítulo.

 

 

Nuestra edición

 

Para la presente versión de Dom Casmurro se ha seguido la edición de Editora Atica (São Paulo, 1992), cotejada con la edición crítica del Instituto Nacional do Livro, editada y anotada por Fábio Lucas. Algunas notas al pie de la edición de Atica, escritas por Fabio Lucas, han sido incorporadas en esta traducción y llevan la sigla F. L. entre paréntesis.

Puesto que la presente no es de una edición crítica, se ha tratado de reducir las notas al pie y el uso obedece a cuatro razones. Primero: dar algunas claves mínimas sobre personalidades o autores mencionadas por Machado de Assis; nombres familiares para lectores brasileños, contemporáneos del escritor o no. Segundo: citas o menciones de obras que faciliten especialmente la compresión de esta novela. Tercero: algunos datos de contexto —históricos, geográficos o urbanísticos—, que un lector no conocedor de la geografía de la ciudad de Río de Janeiro ni de la historia brasileña del período puede ignorar; éstos son: los años del Imperio de Dom Pedro II (1840-1889), en el período previo a la Lei do ventre libre (Ley de Libertad de Vientres, 1871), que liberó a todos los hijos de esclavos nacidos en Brasil, y la Ley Áurea (1888) por la cual se abolió definitivamente la esclavitud en el imperio. Cuarto: algún juego de palabras o uso particular por parte de Machado, que requieran alguna aclaración especial.

Se han dejado en el idioma original: nombres de ciudades y localidades, nombres propios e hipocorísticos, algunos arcaísmos —de uso poco frecuente en portugués de Brasil— y coloquialismos que se repiten a lo largo del texto. Estas palabras aparecen en bastardilla —al igual que algunas expresiones en otros idiomas— y, en su mayoría, no tienen un equivalente en nuestro idioma, su traducción obligaría a circunloquios o definición más extensa; el significado aparece en un glosario al final. Estimamos que el lector entenderá su sentido en el contexto sin inconveniente; los más minuciosos, pueden recurrir al glosario.

Por último, como Machado de Assis recurre, a veces, a la bastardilla para enfatizar el sentido de una palabra o frase, casi como si nos estuviera hablando en voz alta, dichas palabras se indican con una nota al pie: “Del original en bastardilla”.

 

Capítulo I - El título

 

            Una noche de estas, viniendo de la ciudad a Engenho Novo, me encontré en el tren de la Central a un muchacho del barrio a quien conozco de vista y de sacarnos el sombrero cuando nos cruzamos. Me saludó, se sentó a mi lado, habló de la luna y los ministros, y acabó recitándome versos. El viaje era corto, y los versos puede ser que no fueran del todo malos. Sin embargo, como estaba cansado, cerré los ojos tres o cuatro veces, eso bastó para que él interrumpiese la lectura y se guardara los versos en el bolsillo.

            -Continúe -dije despertándome

            -Ya he terminado -murmuró.

            - Son muy bellos.

            Vi que hacía un gesto para sacarlos de nuevo del bolsillo, pero no pasó del gesto; estaba molesto. Al día siguiente empezó a ponerme nombres feos y acabó apodándome Dom Casmurro[1]. Los vecinos, que no gustan de mis hábitos recluidos y reservados, le dieron curso a ese apodo que finalmente se impuso. Ni siquiera por eso me molesté. Le conté la anécdota a unos amigos de la ciudad y ellos me llaman así en broma, algunos en sus billetes: “Dom Casmurro, el domingo voy a cenar contigo”; “Me voy a Petrópolis Dom Casmurro, a la misma casa de la Renânia, a ver si dejas esa caverna de Engenho Novo y te vienes a pasar quince días conmigo”; “Mi querido Dom Casmurro, no crea que lo dispenso de ir al teatro mañana, venga y dormirá acá en la ciudad, le ofrezco, cuarto, té, cama; solo no le ofrezco una moza.”

            No consultes diccionarios. Casmurro[2] no está aquí en el sentido que ellos le dan, sino en el que le puso el vulgo: hombre callado y ensimismado. El Dom[3] vino por ironía, para atribuirme humos de hidalgo. ¡Todo por estar adormecido! Tampoco he encontrado un título mejor para mi narración; si no encuentro otro desde aquí hasta el fin del libro, irá con este mismo. Mi poeta del tren acabará por saber que no le guardo rencor. Y, con un pequeño esfuerzo, siendo el título suyo, podrá cuidar que la obra es de su autoría. Hay libros que apenas tendrán eso de sus autores; algunos ni siquiera.

 

(continuará…)

 

[1] Del original en bastardilla. Casmurro, tiene varios significados posibles: porfiado, terco, ensimismado, sombrío, taciturno.

[2] Del original en bastardilla.

[3] Del original en bastardilla.





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