Parecen un oxímoron, el arte no puede ser “feo”, sugiere algún tipo de norma no escrita, por el contrario, los artistas plásticos, dejan de lado el concepto de la palabra, para dar paso a la dimensión de la palabra; feo, a gusto de quién; feo en qué tipo de clasificación, en comparación con qué, en referencia a cuál época.
Más allá que los gustos cambian, hay algo claro y contundente en una clasificación artística de lo feo: la palabra no es feo, es incómodo, perturbador, o que produce rechazo.
Uno de los artistas plásticos más reconocido en el arte de convertir lo feo en incómodo y quedar como bello, es Botero, el artista que esculpe gordas, un modelo corporal de grandes proporciones que en muchos casos producen sonrisas, asombro, pero nunca rechazo.
Entre los pintores hay muchísimas opiniones respecto a lo feo, la perfección o el detenimiento de la mirada artística, para producir una obra, siempre ha sido motivo de controversia, no puede extrañar que tal ángulo atraiga a los artistas, sobre todo en lo referido a los cuerpos.
El artista Lucien Freud, exploraba este aspecto de la relación entre los modelos de belleza corporal, con los modelos de realidad, la flacidez, las poses obscenas o procaces e incluso escenas incómodas eran de su interés, la obra de la imagen, Benefits Supervisor Sleeping II (1995), expresa con desenfado la morfología de curvas y redondeces, así como la pose descuidad, casi ignorante de la mirada del artista.
Así tanto desnudo, pareció poco contraste con lo contrario, la persona con ropa, la escena de su cuadro Naked man with his friend (1978/1980) Óleo sobre tela. 90,2 x 105,5 cm, podría no haber sido incómoda para una época menos lúcida en referencia a lo que representa la obra, no es sólo la desnudez, si no la escena en sí, la mancha de las pieles que le dan un volumen procaz, la perfección del detalle de las manos, las poses de complacencia, la diferencia entre las edades de los personajes, una escena perturbadora por todo lo que completa el espectador con la elección de los modelos, la ropa, los cuerpos, las poses; una exposición no sólo de los cuerpos, sino de un hecho, de una situación.
El cuerpo expresa más allá del detalle de las pieles, de los músculos; el artista será leído, en esta obra, con toda un combo de puntos de vistas, según la época, los modelos de fealdad o belleza, la ideología del momento, la ciencia tal vez, la moral, todos aspectos que atraviesan la obra de este artista desde las diferentes interpretaciones de la inclinación del cuerpo como modelo y de su efecto entre lo feo y lo perturbador.
Ni cuerpos ideales, ni escenas ideales, el arte feo, no es una categoría ni una elección para los artistas, es una conmoción de la expresión que puja por tomar su propio vuelo; los cuerpos son un atractivo y un desafío en todas las generaciones, el impacto que producirá la expresión artística no sólo es el sello del autor, sino también su destino.
Lo feo, cae en categorías más allá del cuerpo del modelo, de sus deformidades o escenas urticantes, también en las poses extrañas, en los objetos de soporte, como los sillones, hay una especial transgresión física entre las proporciones, las poses, las poses exageradas.
La deformidad aparente, no produce un efecto de fealdad, sino de poder; una puesta en escena de la fuerza interpretativa de la expresión artística, más allá de la naturaleza propia de la carne, de los colores que acentúan la profundidad y la engañosa perspectiva.
Obras que impulsan a desterrar las palabras “arte feo”, por incompleto, inacabado, una combinación que es indiscutiblemente desaforada e inconclusa.