El dinero que mueve el arte, anualmente es de aproximadamente 70 millones de dólares, según las asociaciones de arte, es notable que los artistas plásticos parezcan funcionar en órbitas paralelas, ya que son pocos los que reciben lo justo por sus obras.
Los que establecen los precios, en realidad, es el movimiento del mercado, especialistas que recorren galerías y descubren artistas que, según sus criterios se introducirán en ese mercado en el que el objeto asume su rol comercial, además del artístico.
Es por ello que los artistas necesitan exponer sus obras en galerías, que son visita obligada de los expertos; un golpe de suerte puede convertirlos en exitosos, sin embargo, hay circuitos alternativos de exposiciones, que son el primer paso de afirmación del artista, no tiene objetivo comercial y por lo tanto hay una admiración genuina, despojada de intereses.
Es bueno o malo pertenecer al submundo del arte donde los precios ya usan cifras de millones, es la pregunta que se hace el espectador común; la reacción de los artistas frente a tal exposición será sorprendente, de cualquier forma.
Algunos, siguen con lo suyo como si nada, otros se pierden en el espejismo, el circuito comercial del arte, como en todo, parece estar plagado de trampas.
Mientras que el aprecio de la obra, corre aún en el mundo analógico, hay un experto que la constituye, la visibilidad se expande, lo que antes era un paseo por Ferias y Galerías, mejor las prestigio internacional, ahora es a un clic. El mercado se renueva, crece y se expone en sitios personales, los cambios con la tecnología, son a su vez, los cambios de gusto y razones para adquirir arte.
Se supone que los únicos que aprecian el arte, son los millonarios, y por el contrario, no son precisamente ese el valor del arte para el que puede comprarlo, sino la firma del artista, si es famoso, el precio sube, sin importar la apreciación sobre la obra, porque se considera que es la apreciación la que le da fama, una apreciación que proviene del experto.
En este rubro hay tantas falsedades como en cualquier otro, el mercado se mueve también con los cambios económicos, si bien las obras de arte son portables, como el oro, el mantenimiento y la protección de factores climáticos, no son poca cosa.
Algunos prefieren resguardar sus inversiones en ladrillos, otros en acciones, oro o jugar en la Bolsa, los que juegan el juego del arte son los que a su vez, establecen sus características de comercialización.
La casa más importante de subasta de arte, Christie’s, ha declarado un volumen de venta de casi 6.7 mil millones de dólares en el año 2018, para tener un valor de comparación, en el mismo año, el producto bruto de argentina fue de 6.3 mil millones de dólares en el mismo año (Fuente FMI)
Es decir, un solo rubro: el arte, mueve un volumen en dinero casi equivalente al producto bruto de nuestro país; de manea que el que piense que el arte es sólo para millonarios, desde un punto de vista, parece tener razón.
Sin embargo, para los que apreciamos la experiencia sensorial del arte, podemos seguir disfrutando de sólo mirar y dejarse ganar por la propuesta del artista, sin preocuparnos por la órbita económica, ajena a nuestras intenciones.
Lo que sí, necesitamos que las Galerías y Feria se internen más en el interior para dar espacio a excelentes obras que por ahora, parecen tener espacio en sus sitios personales, y merecen exposición internacional, tal el caso de la artista plástica tucumana Silvia Albuixech, de quien sugiero visitar su Galería.