El arte en la vida o la vida en el arte, será siempre una dicotomía del arte contemporáneo, el seguimiento de obras que apelan al goce estético en sí mismo, los artistas plásticos en la búsqueda de romper moldes, buscarían inspiración lejos del mundo, tal como se presentaba, sobre todo cuando, en la época post guerra, auge del arte abstracto, intentaba neutralizar los estragos de la guerra reciente.
El proceso de afirmación en una expresividad ajena a esa realidad, condujo la propuesta de artistas hacia alternativas como el arte geométrico, y a su aparente opuesta: la mancha, el trazo sin organización representable en la geometría.
El foco es el todo, la impresión de desarmar la perspectiva o el acercamiento y alejamiento, tal la impronta de Jackson Pollock, desarmas las formas hasta hacerlas irreconocibles, el objeto estético es el goce de perderse en un espacio sin forma o finalidad, la obra sin límites.
El gesto pictórico será una experiencia de desarmar la identificación, producir un abismo que permita al espectador penetrar el cuadro desarmando las huellas de la realidad.
Penetrar la propuesta del cuadro como experiencia de vértigo y acción física de desdibujar límites y contención.
Manchas, goteos, huellas de actos de lanzar pintura al cuadro, parecen un suceso de descontrol, porque precisamente la propuestas es la construcción del gesto, la pintura al azar, el abandono de la intención propicia, el expresionismo abstracto no sólo cuestiona las formas, sino el modo en que el artista confluye en ellas.
Una propuesta que pretende desarmas la huella de la geometría y las formas, mágicamente produce su contrario; las obras de los expresionistas abstractos portan una huella muy precisa de sus creadores; de Willem de Kooning, se diría que había creado el concepto de la acción corporal como parte de la obra, la energía con que enfrentaban las formas, a distancia y sometiendo la tela a latigazos de pintura, forma parte de la características de esta corriente estética.
Eran artistas que se destacaban por el ímpetu y la irreverencia con que enfrentaban la idea de combatir las formas, y en el camino, conformar una propuesta que los distinguía como artistas peculiares.
La propuesta de Mark Rothko, fue más allá del límite real del cuadro y dispuso su obra como diálogos contiguos entre sí, escenarios rectangulares, donde la imprecisión de una definición del color, elementos no neutrales que apelan al impacto sobre la espiritualidad que propone la combinación de colores, y una estética de infinitud inquietante.
Los relatos de estas propuestas que apelan a la capacidad sensitiva del observador que usualmente es convocado como en una experiencia mística.
El expresionismo abstracto está representando de manera que parece contundente entre artistas muy reconocibles, pero no tiene límites y todas las corrientes han evolucionado en un sentido u otro, con antecedentes en esta corriente.
La nueva generación cuenta con elementos importantes en el abanico de posibilidades frente a la adversidad que parece estar siempre por delante del arte.
El arte abstracto muestra sus diferentes facetas y evoluciona con la vida misma.