La época más moderna del Astillero Río Santiago comienza en 1969, cuando modifica su forma societaria y pasa a ser una sociedad anónima del Estado, un aporte a la industria naval argentina.
A mediados de la década de los setenta, sus principales clientes eran la Armada Nacional, la Empresa de Líneas Marítimas Argentinas (ELMA) e Y.P.F.
A través de diversas licencias firmadas con empresas como Burmeister and Wain, Sulzer, Fiat, Charmilles Atelier, Brisonneau et Lotz Marine y Cockerill-Ougree, construyó motores diesel y grúas para sus buques y los de otros astilleros, así como y loco-tractores para Ferrocarriles Argentinos.
También construyó elementos para turbinas hidráulicas, componentes nucleares -a través de una licencia con la Atomic Energy de Canadá- y bogies para ferrocarriles, a través de una licencia con la American Steel Foundry.
En los años ochenta, se realizaron grandes construcciones navales, como los petroleros José Fuchs_y_Presidente_Arturo_Humberto_Illia_y las seis corbetas para la Armada Argentina -_Espora, Rosales,_Spiro, Parker, Robinson_y_Gómez_Reca -_, entre otras de similar envergadura.
En 1993 por el Decreto Nº 4538, el Astillero salió de la órbita del Ministerio de Defensa de la Nación y pasó a depender de la Provincia de Buenos Aires, perdiendo gran parte de su superficie que pasó a manos de la Zona Franca La Plata.
El astillero puede construir buques de hasta 80 000TPB para lo que cuenta con tres gradas de construcción de 220m, 160m y 140m servidas por cuatro grúas con capacidad de izado combinado de hasta 240t.
El muelle de alistamiento de 1000m de longitud está atendido por una grúa de izado variable de hasta 250t.
Sus grandes naves industriales alojan amplios almacenes y talleres de mecánica, prefabricado de acero y calderería.
Cuenta con dique flotante con 7000t de capacidad, 170m de eslora y 26 m de manga operativa.
Fue el mayor productor naval nacional y escuela de toda una generación de ingenieros, técnicos y obreros navales.
Lamentablemente, por un sinnúmero de razones, a partir de su provincialización (1993) ha ido bajando el nivel de producción y productividad mientras elevaba el costo mensual de su estructura fija, generando cuantiosas pérdidas a la Provincia de Buenos Aires.
En ocho décadas - entre 1937 y 2017 - construyó 73 buques de importancia que representan unos 2300 millones de dólares. Pero en sólo una década -1975 a 1985- entregó el 40% de esa producción.
El ARS se orientó principalmente a satisfacer la demanda del Estado, cubriendo el 88% de los pedidos de la Armada, el 70% de ELMA y el 60% de YPF por lo que no es extraño que su apogeo coincida con el período de mayor equipamiento de estas flotas. Y a su vez, la desaparición total de estas demandas estatales es una de las razones del colapso productivo del ARS.