Nunca mejor ejemplo de lo extraña que es la relación, idea y ejecución del Mercosur, un modelo que se tomó de la economía Europea sobre unificar las políticas de comercio.

Nunca más evidente lo poco viable de ese concepto.

Ya en Europa y con la crisis de la burbuja inmobiliaria, que no es más que una consecuencia de lo inservible del modelo, que en Europa unificó la moneda, quedando en evidencia que no es posible tales definiciones como mercado común, ya que por ahora los productos, en general, dependen de las regiones, de sus climas, de su geografía, de la idiosincrasia de los países, de todo aquello que nos deparan, no sólo por fronteras, sino por historia.

No es posible tasar productos como si fuera lo mismo que se fabricaran en un lugar o en otro.

La situación es engañosa y el advenimiento de la tecnología lo hizo más engañoso aún. Todos nuestras computadoras, se arman en países donde el trabajo es subvalorado, eso hace que sea viable para cualquier bolsillo, pero en la realidad, hay una cadena de aspectos que tienen que ver con la calidad, con la inversión, con la seriedad.

Algunos preferimos equipos japoneses, otros argentino, la razones son diversas, ambos no tienen un precio común.

Más allá de las múltiples razones, que están a la vista, reveladas por la crisis general, hay razones propias coyunturales de cada país.

Mientras en Argentina el comercio inmobiliario está en crisis, la situación va a salpicar a las inmobiliarias del país vecino.

Es sabido que ese país tiene gran parte de su economía sostenida por las inversiones de Argentinos, no sólo en la adquisición de bienes raíces, sino en el alquiles de vacaciones, ahora con una doble dificultad para los argentinos desde que el gobierno decidió meterse en nuestros calzoncillos y meterse con qué ropa compramos en el exterior.

Lo que está en la cuerda floja, con tanta agitación es qué harán los argentinos que suelen veranear en Uruguay.

La cadena de desastres comienza  con la restricción a la compra de moneda, ello arrastra a las inmobiliarias, a los bróker, a los operadores turísticos, al comercio de productos, al de comidas, a los bancos que no obtendrán recursos por el uso de tarjetas de crédito, en otras palabras, un desastre en cadena que ni te cuento.

¿El proteccionismo del Mercosur?, bien gracias, mira para otro lado.

Se suponía que el Mercosur era una forma de protegerse mutuamente entre los países del atropello que presentan las imposiciones de países del primer mundo, nunca se esperaron que un país del grupo emprendiera actividades que afectarían al resto.

No hay antecedentes de ello.

Salvando las distancias, esto me recuerdo al tira y afloje que hay que entre Alemania, Grecia, España debido al ancla financiera que hoy representan países que están en crisis económica y la queja de Merkel que amenaza con cortar la cadena y desanclar a España y Grecia de la Eurozona.

Uruguay ya no puede ocultar la preocupación, los operadores de turismo han elevado las voces a alarma, sobre todo porque dicen lo que en Argentina pretenden callar: las trabas son abusivas, evitan la libre circulación de la población, dificultan la relación con y entre los países vecinos, y roza la desatención al espíritu que justifica la organización Mercosur.

La AFIP está en guerra con Punta del Este, dicen desde Uruguay, el intendente de Maldonado,  con la ceguera propia del que vive en otro país, y se mira el ombligo, la AFIP parece en guerra con sus propios ciudadanos, pero no por los controles, que parecen lógicos en todo país serio, sino porque no son controles, son restricciones, que es bien distinto.