Escuché este argumento: “Tiene razón Macri en cobrar estacionamiento, porque ese espacio, es público, está siendo ocupado por un aparato que está vacío, que a lo sumo ocuparían 4 personas, ese espacio es mío también, lo está usando otro, que paguen; porque mientras, no puede ser usado por otros, así que está bien que pague por el espacio. También deberían pagar por circular, y los autos, que ocupan espacio de más de 4 personas, no deberían tener prioridad por sobre el espacio que ocupa una bicicleta, que lleva a una persona, el espacio es público, es también mío, yo soy una, si van a ocuparlo con un auto, que paguen”.

En este planteo, hay diversas reflexiones, como por ejemplo, el hecho de que establecer una relación entre espacio y tamaño o cantidad de gente, es un concepto discriminador en algún sentido y materialista en el más amplio sentido.

Definir equivalencias utilitarias entre lo material y el derecho al espacio o al dinero, es cuanto menos el mismo criterio que ha llevado el planeta al punto en que el que está.

El resultado de establecer este tipo de equivalencias es que los que tiene dinero, entonces, tienen derecho a usar el espacio de cualquiera, como si el dinero, de repente eliminara las diferencias de tamaño y de espacio; y los que menos tienen, no puede acceder al mismo espacio que ya se definió público. Esta reinterpretación de lo público, ahora depende del dinero.

La conclusión de este tipo de argumentos, es injusta para la mayoría: los que no tienen auto o lo tienen pero no pueden pagar estacionamiento; y en esa dirección entra la cantidad de gente que no tiene dinero para guardar el auto en el garaje, y que por razones de distancia, necesita movilizarse en auto, pero no tiene para pagar diariamente estacionamiento.

Más allá de esto, la medida no es irreflexiva, promueve ideas como la de comparar el “espacio”, contra la noción de derechos.

En un tipo de “administración” tan transparente como las que suele llevar adelante el Jefe de Gobierno, Macri, lo que es más transparente son las intenciones.

Macri cree que con esto, “arregla” varios problemas: el discurso es que “descomprime” las zonas complicadas para el tráfico, mientras, no tiene ningún problema en complicarla, no sólo en movimiento de autos, sino de personas, y espacios verdes que son de todos también, para instalar transporte donde no se necesita, y con concesión a sus amigos, que se llena los bolsillos, sin ningún beneficio para los usuarios.

Al cobrar estacionamiento, Macri se deshace del problema de los trapitos, y crea más negocios para sus amigos, que ahora se convierten en trapitos, pero VIP; otro estatus.

No hay garajes en cantidad como para guardar todos los vehículos, de manera que aunque no se quiera, los autos que quedan en la calle, tendrán que pagar, aunque no tengan las ventajas que ofrecen los garajes, cuidados y resguardados del tiempo, pero esos aspectos, no le importará a Macri que tendrá ahora un negocio con clientes capturados que no tienen opción.

Al argumento de que hay que pagar el espacio de esos vehículos, estará apoyado por los que no tienen autos, que sienten una especie de reivindicación con la medida, con una sonrisa refrendan la propuesta, ya que cree que no les afecta.

Sin embargo, además de otros miles de circunstancias, el tipo de pensamiento de que lo público lo es para el que tiene dinero y no para el que no lo tiene, el hecho de usar la  responsabilidad de cuidar la ciudad, se toma como un derecho y signifique gastar dinero en ideas discriminadoras, que siempre tiene como objetivo ganancia para sus amigos y por lo tanto para sí mismo; el hecho de que la ciudad es un carrusel en el que sólo tiene derecho a subir el que tiene dinero, lamentablemente es el peor de los efectos que provoca este tipo de medidas.

Es transparente la administración Macri, genera medidas injustas que tienen a convertir la ciudad en un espacio privado al que sólo tienen derecho los que tienen dinero. Es otro modo de “barrer” a los que menos tienen ahuyentándolos con medidas que no los incluyen.