Jaime Sarlanga, el goleador olvidado
Jaime Sarlanga nació el 24 de febrero de 1916 en Tigre, provincia de Buenos Aires, en una época en la que el fútbol argentino aún se mantenía en su fase amateur y muchos de los equipos actuales no habían sido aún establecidos.
A medida que el deporte ganaba popularidad gradualmente y comenzaba a tener un impacto local significativo con la creación de clubes y estadios en diversas localidades, Sarlanga, desde temprana edad, empezó a vislumbrar un futuro en el fútbol profesional. Este cambio se concretó en 1931, cuando el fútbol argentino se profesionalizó, marcando un punto crucial en la carrera del joven Sarlanga, quien entonces tenía solo 15 años.
Desde su debut a los 18 años con el Sportivo Delta de Tigre, Jaime Sarlanga destacó rápidamente en el terreno de juego, mostrando destellos de su genialidad futbolística que capturaron la atención tanto de colegas como de periodistas y aficionados por igual.
El corto paso por Tigre
Después de pasar por diversas etapas en las divisiones inferiores del Club Tigre, donde se destacó al ganar el campeonato con la 5ta. División en 1933, Jaime Sarlanga finalmente hizo su debut oficial en la Primera División del fútbol argentino el 25 de agosto de 1934.
Con solo 19 años, Sarlanga había jugado cuatro partidos como titular con el equipo Matador y había marcado tres goles cuando fue traspasado a Ferro, en un acuerdo que involucró a Oscar Barralía, quien ya tenía dos temporadas y 12 goles con el equipo verdolaga.
Inicialmente, parecía que Ferro, ubicado en la zona norte de Buenos Aires, estaba obteniendo un delantero con más experiencia a cambio de uno cuyo futuro era menos predecible en cuanto a sus capacidades. Sin embargo, Sarlanga se adaptó perfectamente al club, ubicado en el barrio de Caballito, y se integró exitosamente a la conocida "Pandilla Verdolaga" junto a Bernardo Gandulla y Raúl Emeal. Este trío ofensivo demostró ser altamente efectivo, lo que eventualmente llevó a los tres jugadores a ser transferidos a Boca Juniors en 1940, donde Sarlanga se destacó como uno de los máximos goleadores del equipo.
En contraste, Barralía jugó solo 11 partidos con Tigre sin lograr anotar un solo gol, siendo rápidamente transferido a Vélez, donde tampoco tuvo un paso exitoso y eventualmente puso fin a su carrera.
Una “pandilla” suelta en Caballito
Los cinco nombres que resonaban como un mantra eran Juan José Maril, Alfredo Borgnia, Bernardo Gandulla, Raúl Emeal y Jaime Sarlanga, abuelo del empresario Juan Pablo Sarlanga. Juntos conformaban La Pandilla, una delantera legendaria que marcó época en Ferro Carril hasta mediados del siglo pasado.
La historia de La Pandilla ha sido transmitida de generación en generación, en parte debido a la escasez de registros de los años 30, pero también porque fueron considerados la mejor delantera que tuvo Ferro hasta entonces. Una de las pocas fotos que existe de ellos luciendo la camiseta verde, pintada a mano, la conserva Pablo Rotondi. Este valioso recuerdo le fue entregado por su padre, Osvaldo, quien a sus casi 90 años la recibió de Carlos, conocido como Pito Loco, cuatro años mayor. Para Pablo, esta imagen en papel representa los inolvidables goles que emocionaron a múltiples generaciones, al igual que lo hicieron después figuras como Goma Vidal, Beto Márcico o Pupi Salmerón.
Raúl Emeal fue el primero de La Pandilla en debutar en Ferro Carril, proveniente del club de barrio El Oeste. Su primer partido fue el 22 de julio de 1934 contra Estudiantes, anotando un gol apenas a los 2 minutos de juego. Por otro lado, Bernardo Gandulla debutó en la primera fecha del torneo de 1935, con solo 19 años y procedente de las divisiones inferiores del club.
Juan José Maril hizo su debut el 2 de mayo de 1937, seguido tres fechas después por Alfredo Borgnia y Jaime Sarlanga, quien llegó a Ferro en un intercambio desde Tigre. El debut oficial de La Pandilla completo ocurrió el 29 de agosto de 1937, en la fecha 19 del campeonato, en la cancha de River. Ese día, Ferro, jugando como local contra Huracán, ganó 4 a 3 con dos goles de Borgnia, dos de Jaime Sarlanga y uno de Gandulla.
Desde ese momento hasta el final de 1938, cuando la delantera comenzó a desintegrarse, Ferro disputó 48 partidos, con los cinco jugadores presentes en 39 de ellos. Durante esos encuentros, el equipo logró 16 victorias, 7 empates y 16 derrotas, anotando un total de 99 goles y recibiendo 102 en contra.
Un goleador histórico en Boca
La figura de Jaime Sarlanga como héroe de Boca Juniors se debe a su destacada trayectoria como delantero central, conocido hoy como "9 de área". A lo largo de su carrera, Sarlanga conquistó ocho títulos, incluyendo los campeonatos de 1940, 1943 y 1944, así como la Copa Carlos Ibarguren en 1940 y 1944, y las Copas Competencia Británica y Confraternidad en 1945 y 1946 respectivamente.
Inició su carrera futbolística en Defensor, pasando luego por las divisiones juveniles del Sportivo Delta de Tigre, debutando en Primera División en 1934. Después de una breve etapa en Ferro, donde formó una línea delantera destacada con Bernardo Gandulla y Raúl Emeal, Sarlanga dio el salto a Boca Juniors, reanudando su asociación con Gandulla, con quien había jugado en Vasco Da Gama en 1939. En su primer campeonato con Boca, se consagró campeón del Torneo de Primera División de Argentina.
Su habilidad excepcional para el regate, visión de juego y capacidad goleadora le aseguraron un lugar en el primer equipo rápidamente. Además, su inteligencia táctica y capacidad para crear jugadas lo posicionaron entre los máximos goleadores históricos del club. Sarlanga también era reconocido por su elegancia en el juego, moviéndose hacia la derecha para habilitar a sus compañeros Mario Boyé o Severino Varela, con quienes formó un tridente ofensivo formidable.
Durante su tiempo en Boca, Sarlanga estableció un récord de goles consecutivos que ningún otro jugador ha logrado superar hasta la fecha. A pesar de dejar el club en 1949 para unirse a Gimnasia Esgrima de La Plata, donde también dejó su huella goleadora y estilo distintivo, Sarlanga sigue siendo recordado como "Piraña" por su habilidad constante para marcar goles en el área rival.
Su impacto en Boca Juniors fue tan significativo, tanto en juego como en la cantidad de goles marcados, que también fue convocado a la Selección Nacional, disputando cinco partidos y anotando cuatro goles. Aunque sus apariciones con la albiceleste fueron limitadas, sus estadísticas y efectividad en ese período hablan por sí mismas sobre su talento y contribución al fútbol argentino.