Hace seis años Walter, querido amigo del 3°, 12, me prestó Ukiyo-E en la deliciosa edición de Phaidon Press; un libro adictivo y, conocedor de mi hábito de no devolverlos, me lo reclamó antes de la semana. Consulté libreros amigos, y en la Web y no lo encontré; resignado, antes de restituirlo, hice fotocopia y anillado de algunos capítulos que me interesaron.
Meses después, desde la ventanilla del ómnibus vi el libro en la vidriera de una librería de la calle Las Heras. Raudo como el Baco de Tiziano saltando de su carro al encuentro de Ariadna, bajé y fui directo al mostrador, era el único ejemplar y lo acababan de recibir. Decidí destinar el envés de las hojas fotocopiadas como bitácora para registrar proyectos de futuras notas.
Revisando anotaciones del envés, rescaté una datada después de la adquisición de Ukiyo-E: “¿Literatura como esquejes?”, taché la referencia y la volví a registrar con fecha de hoy, domingo 19 de mayo 2024. Aquella añeja reflexión se ramificó como un rizoma, término caro a algunos críticos. La teoría literaria es coto de caza de narradores lords of war que brotan de la academia, y mi pié donde cojeo. A la hora de escribir, no me enrolo en el fan club de Deleuze y Guattari, hablo de botánica; algo del tema entiendo.
Soy ecologista pata negra, clasifico la basura; a la hora de regar las plantas no puedo ver gotear una canilla, hábito que sirve de muy poco cada vez que AYSA descerraja la factura de consumo. Dentro de las formas de expolio tarifario, AYSA se lleva el palmarés, los departamentos de la Reina del Plata carecen de medidor de agua; AYSA estima el consumo por metros cuadrados de la propiedad, no por metros cúbicos consumidos. La artera y delirante ecuación de convertir medidas de superficie en volumen, hace que, como propietarios de un departamento de 140 metros cuadrados, dos personas pagamos más que uno de la mitad de superficie. Como los vecinos del 5°, 28, un matrimonio con dos hijos adolescentes, y una canilla rota en la lavandería que hace meses, larga un delgado hilo de agua las 24 horas. Me fui por las ramas, o en rizomas.
La terraza y dos balcones de nuestro departamento están llenos de macetas descuidadas. Derrotado por cochinillas y palomas resolví dejar lo que sobreviviera a ellas, o no forme parte de la dieta colombófila. Los supérstites son en su mayoría -salvo dos romeros- suculentas, agaves y cactáceas. Todos se reproducen por esquejes; algunos son rizomas.
El esqueje es la manera más sencilla de reproducir una planta, se corta un gajo y planta en su nuevo domicilio -recuerdo del Liceo Agrícola y Enológico, cuando aprendimos a reproducir la vid por estacas, es recomendable dejarlo un par de días en un vaso con agua hasta que largue las primeras raicillas-. El rizoma es un tallo subterráneo y horizontal, que se expande lanzando brotes a medida que avanza.
Pienso calamo currente: ideas, reflexiones y sugerencias, que anoto en el envés de la fotocopia de Ukiyo-E, son esquejes y rizomas; a su vez: ¿literatura y el arte no sobreviven, reproducen, y evolucionan de manera semejante? Con esta idea fuerza ensueño en los esquejes que nos llevan a Historia universal de la infamia, de Jorge Luis Borges; o los rizomas de la Odisea en algunos de sus poemas, Evaristo Carriego o “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”.
Porque tratándose de esquejes hemos padecido operaciones literarias, algunas lideradas o promocionadas por profesores de literatura y narradores, lords of war que emanan de la academia. Así supimos ad nauseam de esquejes y rizomas del gaucho Martín Fierro; desde ordenarlo alfabéticamente a escribir su vida sexual con Cruz, también, la de su mujer, ahora desde el genre busting donde nos engendra una virago. Los tres, en nuevas reescrituras, devenidos más polisexuados que los dioses del Olimpo. Hasta ahora sólo han salvado de alguna reescritura zoofílica los perros del Viejo Vizcacha porque sabemos que: “hasta que al fin se dormía / mesturao entre los perros” o el caballo, a quien Martin Fierro evoca: “siempre el gaucho necesita / un pingo pa’ fiarle un pucho”. No es para todos la bota de potro; no cualquiera puede andar por el mundo con licencia, ya que no para matar, para engordar Alephs.
Por su parte Fogwill, que sin ser oportunista sabía de operaciones y procedimientos literarios, hizo su propia antología -de nuevo la botánica y sus enredaderas, del griego anthos: flor y lego: reunir, juntar- de esquejes de autores nacionales entre otros con “Help a él”" -ídem de “El Aleph”- o en “La cola”, esqueje paródico tirando a cargada con mala leche de la gorila “La señora muerta” de David Viñas. Tendencia botánico-literaria que cultivó con primor el jardinero Guillermo Cabrera Infante en Tres tristes tigres, en el capítulo “La muerte de León Trotsky referida por varios escritores cubanos, años después - o antes”. Donde el Nicolás Guillén de su ficción tiene su: "No sé por qué piensas tú, / soldado, que te odio yo" en el esqueje guasón del Mornard de Cabrera Infante: “No sé por qué piensas tú / León Trostky que te di yo. / Al hacha que tenía yo / diste con la nuca tú”.
Empecé esta parécbasis hablando del uso que le doy al envés de las fotocopias anilladas de Ukiyo-E, la reproducción de plantas y cuidar el consumo de agua. El haz de las hojas de una planta es la cara que recibe la luz, realiza fotosíntesis y sintetiza materia inorgánica del suelo y agua en orgánica, comestible por animales u hombres. Para ello utilizan, entre otras cosas, el anhídrido carbónico y liberan oxígeno. El envés es la cara opuesta, la que no recibe la luz solar. Pero también envés es el revés de la trama de un tejido, término de que David Viñas usó y abusó.
A propósito del arte de la escritura, Lu Ji reflexiona en su Wen fu, prosopoema del arte de la escritura: “Cuando alguien, con un hacha en la mano, intenta cortar otro mango de hacha, lo que obtiene está cerca del propio modelo”; pasaje que, en la primera aproximación a su metáfora poética, equivale a decir que la literatura compone en base a otras literaturas. Por extensión, el lenguaje artístico se edifica partiendo de otras artes o las letras, infinidad de cuadros, esculturas y películas son rescrituras, rizomas o esquejes de otros, también de textos literarios -Metamorfosis de Ovidio y la Biblia son los libros más acudidos por pintores y escultores-. Sería la primera de las múltiples interpretaciones del pasaje de Wen fu, prosopoema del arte de la escritura, también la más sencilla. Lo que se suele llamar, como principio metodológico, “La navaja de Ockham”, básicamente que: dado un interrogante, en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable.
Opus laudat artificem, Borges, Fogwill y Cabrera Infante conocen el oficio de usar esquejes y rizomas, también navajas y hachas para sus injertos.
Otros, a la hora de botánico-literarias derivas deleuzo-guattarianas, pueden ser más peligrosos que monos con navaja. Tan asesinos como el Mornard de Cabrera Infante.
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