El arte encontrado es uno de esos términos que se dan espontáneamente cuando una tendencia se difunde y se adopta tanto por artistas plásticos como por compradores. Se toman objetos de uso común y se reconvierten en otros, sobre todo objetos que no se toman como artísticos, sino más bien prácticos, y se convierten en un objeto artístico, intervenidos por el artista.

Es común ver objetos como bicicletas descartadas, que los artistas recogen de la calle, o parte de maquinaria u objetos descartados de instrumentos; se dejan en espacios comunes, parques, plazas, calle, en lugares donde el público suele abandonar lo que ya no usa.

El arte de Silvia Albuixech, parece representar esos actos de despojamiento; es común en sus cuadros ver piezas que parecen desperdiciadas, siendo devoradas por una vegetación profusa, de colores que dan la impresión de animalidad viva, cualidad de naturaleza para devorarse lo que tiene alrededor.

Algunas obras de esta artista parecen la representación del arte encontrado en su estadio previo, como un documento de ese momento en que el artista detecta el elemento que luego tratará de convertir en otro tipo de objeto.

Es interesante que estos cuadros parecen la representación de esa intención y en contradicción se encuentran en una tela, dos tipos de arte concurren en un tipo de modelo artístico: la tela; la pintura respecto al arte de otro tipo de artista, el arte encontrado.

El arte encontrado se ubica en un contexto artístico diferente al de la pintura, usualmente la mística se combina con la idea de ser un objeto descartado, se encuentra en la calle y el desafío consiste en cambiarle por completo su identidad original hasta hacerlo irreconocible, por momentos declarar la forma original conlleva la gracia del asombro, y expresa la habilidad del artista en lograr la transformación.

Para algunos es un desafío que rechazan; en la obra de Silvia Albuixech los objetos se toman en ese punto originario del arte encontrado, que no es otra cosa que el objeto, también en otro contexto, en el espacio del descarte, a la intemperie, al alcance de la naturaleza.

Ya sea con el objeto posteriormente transformado, como por el instante capturado por Silvia Albuixech, la creación artística es también una sutil contraposición; el cambio de identidad del objeto original no se le exigió a Duchamps para llamar arte al mingitorio que exhibió en la famosa muestra de artistas independientes en aquel 1917 que generó el término ready-made, pero en el arte encontrado es una característica que se le exige: que sea capaz de revelar creación artística y esa expresión es precisamente desdibujar el objeto hasta desnaturalizarlo, desaparecerlo.

En la obra de Silvia Albuixech, la transformación no se le exige, sino la interpretación, y en este artículo se han hecho suposiciones que probablemente estén fuera de la realidad de la artista, que es precisamente lo que une a las tres obras, la de Duchamps, la de los artistas del arte encontrado, la de Silvia Albuixech: la discusión sobre las intenciones del artista quedan fuera de cuestión, el arte tiene sus propias alas.

En cualquier caso, lo interesante es que intersección de las obras entre sí, y para el caso la ganancia que le otorga a la obra artística un valor de apreciación.