El eterno Jorge Luis Borges y Las ruinas circulares
Luego del Boom de literatura latinoamericana el mercado parece apaciguado, sin embargo esa estela ha dejado una clasificación errática sobre el género de textos y escritores latinoamericanos en donde hay nombre por un lado, textos por otros y pocas coincidencias entre unos y otros que parecen tomarse como semejantes; en el medio, algunas palabras parecen sinónimo del nombre del autor, así de fuerte es la relación literaria, como por ejemplo, las palabras “unánime noche”, de Las ruinas circulares, “Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado…” , misma noche en que Jorge Luis Borges pasó a ser metonimia de adjetivaciones unánimes.
Borges siempre nos cae en cualquier reflexión sobre procedimientos literarios, como si lo hubiera escrito todo, pero, el campo de la literatura es vasto y depende de la biblioteca del escritor, del lector, del crítico.
La distensión en el uso de adjetivos de nuestro autor paradigmático, ha generado más de una polémica y un interesante paralelo entre la literatura del Boom, género de lo maravilloso, mayormente, y la discusión del lenguaje, más interesante y enriquecedor que un pasajero gesto comercial.
Con palabras tan potentes, es difícil desplazar el pensamiento hacia los términos que la acompañan, no hace mucho leí que alguien preguntaba si era correcto el gerundio “sumiéndose”; utilizado en el sentido de simultaneidad con la acción de ver, de uso correcto en este caso; pero en el contexto del texto, el planteo de “fango sagrado”, prefigura un hecho místico que subvierte el orden de lo real, y aunque “unánime” es tan peculiar, es el “fango sagrado” el que transgrede leyes de lo racional.
Aunque habrá discusiones sobre si este texto adhiere al género maravilloso hay que concederle que la ambigüedad lo hace ganar en dimensión literaria, la discusión lo colocará como un texto de literatura latinoamericana de exportación desligado de su tiempo de producción, anhelo de todo escritor.
A pesar de la aproximación de este cuento hacia lo fantástico, sin dejar de lado que Jorge Luis Borges está calificado como un escritor que tiende a lo fantástico, en este texto el poder del lenguaje se colocará en rivalidad sobre el tema y la trama y revelará características que lo hará vacilar entre géneros.
La palabra “templo”, las palabras “fango sagrado”, situarán el texto en relación a lo místico, hay un personaje que se dedica a soñar, lo onírico suele ser un factor característico de lo fantástico, hay una diferencia con lo insólito, característica de lo maravilloso; la descripción “idioma zend” establece un campo de representación de lenguaje entre la tierra y el espíritu, ineludiblemente relacionado con los Persas, ya que el zend es una especie de código de escritura de los textos escritos por Zoroastro, grafía que hacía más a la intención de escribir sobre magia, y que sólo fuera comprendido por aquellos que la pudieran entender, Borges construye cuidadosamente el clima sobre el que quiere establecer un sentido, aunque lo imbrica de torceduras, cómo puede saberse esto si “nadie lo vio”, quién está contando esto, con la palabra “nadie” parece referirse a otro ser humano, a otra entidad real, lo que deja al narrador en la ambigüedad entre el testimonio o entidad surrealista u omnisciente.
La sugestión de las palabras, la construcción del narrador, no utilizan las claves usuales con que se genera una ambigüedad en el significado, el uso del “tal vez”, “ algunos dicen”, aspectos que generan imprecisión y vaguedad sobre la realidad, típico en los textos fantásticos; sin embargo, Borges escribe: ““Lo cierto es que el hombre gris besó el fango…”, el uso de la palabra “cierto”, en contraposición con un “parece que”, organiza el discursos en una interpretación tendiente a lo literal. Eso pasó, fue así, no hay una intención siguiera de pensar que podría ser una interpretación del narrador, por otro lado características parecidas a las historias orales en las que el efecto pretendido tenía que ver con enseñanzas de conducta o modalidad, preceptos que hay que aceptar, sin más apoyo que un relato sobre algo o alguien, más allá del factor verosimilitud.
Que el lugar sea circular, además de todas las interpretaciones que se dirán, se dijeron y se seguirán diciendo parece una forma de mensaje en este relato, no solo por lo que cuenta, sino por el destino de este texto que parece infinito en las opiniones que genera, ya se ha vuelvo universal.