Relatos, poesía, crítica literaria, Ana Abregú escritora argentina
Leí El diario inédito del filósofo vienés Ludwig Wittgenstein, de Fredy Yessed, del cual escribí sobre la construcción, pero no le hice justicia, el entrecruzamiento entre la poética del autor y la del filósofo resultó deslumbrante y veló algunas peculiaridades interesantes. No es posible, creo, entender a Wittgenstein sin relacionarlo con Heidegger, porque ambos aportaron teorías sobre aspectos en búsqueda del sentido, y del ser, y quizás el desaliento en la respuesta ha dejado toda una generación de inconformismo existencial que puede ser tomado como el principio de la posmodernidad.
El texto de Yezzed que adscribe a diversas corrientes filosóficas, exhala un clima de desasosiego, por momentos mustio, por momentos consternación, casi como respuesta a la interpretación del ser frente a la realidad.
El texto está recorrido por aspectos de la ciudad, su aspecto melancólico.
5.45 La ciudad nunca se aleja: la ciudad es un lenguaje que viaja en la carne.
Aparece el aspecto intimista y solitario del “ser escritor”, y la ciudad; el primer Wittgenstein, que se preguntaba por el ser, y analizaba aspectos de circunvalación pero nunca una definición precisa, en Yezzed el diálogo con la ciudad es permanente y fluctúa en sus interioridades.
5.451 En algún lugar somos fronteras, & fronteras en algún lugar
es encuentro.
Donde hay un desplazamiento desde el espacio hacia el lenguaje, que Yezzed al mejor estilo Wittgenstein, resuelve en la praxis del juego de asociaciones y lo revierte en el sentido práctico de la interpretación; sunyace la discusión de la poética en tensión con el canon del aforismo; la cuestión queda en la relación entre posible sentencia o pauta cerrada del sentido y la interpretación mimética o metafórica.
El ampersand (&), irrumpe por sobre la clasificación y añade no sólo la grafía, sino también una instancia con un carácter ilegítimo, un quiebre con el sentido ontológico del lenguaje o le añade otra dimensión.
Si para las palabras o el lenguaje el ser y sus propiedades trascendentales son una experiencia de la cual aún no puede dar cuenta, salirse de la formalidad de la escritura mediante la grafía parece un intento válido.
El texto me ha dejado una sensación de relación entre espacio y ser; incluso en capítulos que se centran en el amor. Se nombra a Marguerite, a veces, con su nombre, a veces con la inicial M, como dando cuenta de la ausencia o de ser un sujeto de análisis.
3.1433 Marguerite, cómo recuerdo tus palabras, dijiste que yo estaba solo, porque sólo con Dios estaba.
Parece que no es posible darle batalla a la existencia sin la dimensión mística.
Tanto Heidegger como Wittgenstein atacan la definición del ser como centro de atención, lo que da origen a la modernidad; los intentos de aproximación, con el lenguaje, se vuelven metonímicos, la declaración de ausencia, es la declaración de la palabra para dar cuenta del significado del amor, o del significado del sentimiento hacia el sujeto.
3.2 Te veo, pero no sé decirte.
Este interesante trabajo de Fredy Yezzed expone en el lenguaje las dos vidas de Wittgenstein, el primer Wittgeinstein que hace afirmaciones como “el lenguaje tiene una naturaleza o esencia que se puede descubrir mediante el análisis lógico y que es común a todas sus manifestaciones concretas”; y que refutará, entre otros, el segundo Wittgenstein.
Fredy Yezzed escribe:
4.0151 Temía hallarte por el nombre correcto.
Sentido que escapa de interpretación trivial y la relevancia entre palabra que nombra y objeto o sujeto nombrado. Sólo existe lo que se puede nombrar, dirá la psicología moderna.
Los campos de legitimación entre aforismo y poesía, no hace más que poner en cuestión que hay un cambio, una transformación o quizás una nueva forma de intervención de la palabra poética.
En ausencia de definición, este texto a la luz de una luna llena, vaporosa y exigua, es como un licántropo al que le aparecen colmillos y te muerde, en su aspecto oculto; en su aspecto luminoso, sometido al ímpetu del sol, expone su construcción de sentido, cede en Wittgenstein el gesto poético.
Fredy Yezzed habitado por Wittgenstein toma la palabra:
4.014 Una gran cascada de sílabas blancas lleva cayéndome
en la nuca por meses. Ya todas las gamas de grises del
pavimento, ya las minúsculas basuras por doquier. Espero
en algún momento, de azar o de tedio, decirles algo acerca
de ese sabor de metal, acerca de estas aguas clandestinas
que no me dejan abrir la boca, levantar la frente.
Y esto no será todo, sino sólo el comienzo.
El diario inédito del filósofo vienés Ludwig Wittgenstein es una de esas propuestas que usan la estela de otros textos e intervienen en forma disruptivas sin pedir permiso.
Como todo texto poético nos dejará la sombra de un misterio, un mensaje que será para su especial destinatario.
5.513 & quizás, mi epitafio.
Una propuesta organizada en un sentido de serie matemática que puede leerse como el lector salteado que somos en esta época de la fragmentación del discurso.
5.501 También somos esa vida que nunca vivimos.
Acaso la que queda en las palabras. Es fácil entrar en diálogo con este texto de Fredy Yezzed, proponer respuesta a preguntas que no se hicieron y por mucho, un paseo por la excentricidad de un autor que no le tiene miedo al riesgo de soltarse, sin red, en el lenguaje.